Fake Pasolini
En la inmensa virtualidad circulan unas palabras de elogio a la
derrota o el fracaso y contra la antropología del vencedor, atribuidas a
Pier Paolo Pasolini. Estas palabras habrían sido escritas en realidad por una maestra italiana y únicamente el párrafo final: «Pero soy un hombre que prefiere perder más que vencer con maneras injustas y crueles...» correspondería al director italiano.
El blog “Le pagine corsare” ha descubierto este error y además muestra el artículo completo publicado originalmente en la revista “Vie Nuove” en 1961, donde Pasolini responde a una carta en la que se hace referencia al poeta Pascoli, a la película “La giornata balorda” y a Stalin.
Vale la pena recordar que el cineasta italiano se graduó en la Universidad de Bolonia con una tesis sobre la poesía de Giovanni Pascoli. “Pasolini fue desde un principio y hasta el final poeta, lo fue en su cine y en su narrativa y hasta en sus apasionadas intervenciones públicas”, dice Ana María Gazzolo en la revista Lienzo. En cuanto al film “La giornata balorda” (From a roman balcony, 1960) dirigido por Mauro Bolognini y escrito por Alberto Moravia y el mismo Pasolini, fue censurado por algunos diálogos y escenas que retratan a un desempleado padre romano y sus peripecias con una manicurista, un abogado, un traficante, una prostituta y otros personajes marginales. La sordidez en las relaciones y la aspereza del ambiente -influidos por el neorrealismo- son signos del universo literario pasoliniano. Esta película producida bajo la mirada de censores romanos y milaneses es, según Pasolini, "lo máximo que se puede hacer en cuanto a denuncia contra la burguesía del bienestar" (1).
En el artículo publicado en la revista Vie Nuove, como respuesta a una carta, el director italiano parece estar de acuerdo en considerar el peso relevante de Stalin en la historia, como un hombre misterioso y simbólico:
«Era muy joven y casi un infante en política. Ahora, aquel mito por lo que a mi respecta, esta totalmente exhausto: sigue siendo mítica la grandeza militar de Stalin, y su "puño de hierro" indudablemente necesario en un largo y terrible periodo de emergencia. Pero soy un hombre que prefiere perder más que vencer con métodos injustos y crueles. Grave culpa de parte mía, lo sé! Y lo bueno es que tengo la desverguenza de defender tal culpa, de considerarla casi una virtud... Stalin no amaba, es cierto, los héroes de Dostoievski. No puedo perdonarle a Stalin la represión, la injusticia, los campos de concentración. El comunismo es perfectamente inútil si no considera sagrado el respeto por la persona humana. El capitalismo, y no solo en sus puntos extremos -fascismo y nazismo- es odioso precisamente porque no siente este fundamental respeto: y, en nombre de sus supremos intereses -que se disfrazan siempre de pseudo razones idealistas- humilla a la persona humana.» (1)
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