The substance
El segundo film de la francesa Coralie Fargeat presentado en el festival de Cannes es una sátira social ambientada en el submundo de la TV en Hollywood. Una historia de duplicidad alrededor del cuerpo como símbolo del miedo interior, con mucho de body horror, gore, algo de humor y un ritmo que no da tregua.
Todo parece ir bien en la rutina aeróbica de Elibabeth Sparkley (Demi Moore) frente a las cámaras de TV, hasta que ella se entera de un inminente despido en una escena estática y distorsionada en el baño de hombres. Para el grotesco productor Harvey (Dennis Quaid), Elizabeth ya no es “lo que le gusta a la gente”. Los espectadores quieren a alguien más joven. A partir de este momento comenzará una nueva vida o más bien pesadilla.
Luego de inyectarse la misteriosa substancia, Elizabeth deja de ser la única protagonista para dar paso a Sue (Margaret Qualley) quien inesperadamente “nace” del cuerpo de Elizabeth. Ambas mujeres y los espectadores descubrimos los inesperados efectos y cambios corporales que produce esta substancia.
Por los caminos y espacios
Hay una forma de narrar sin palabras en las escenas del baño en casa de Elizabeth: un espacio completamente cubierto de losetas blancas donde se desvanecen y reaniman los cuerpos, y donde se intercambian los fluidos. El recurso de la música experimental y los efectos sonoros crean una atmósfera turbadora y enrarecida, resaltando los ruidos corporales. Los planos detalle de los ojos de Elizabeth y Sue son apenas un indicio de lo que ocurre al interior de los cuerpos.
Los espacios interiores son amplios y deformados por los lentes de la cámara. Hay un paralelismo entre las superficies blancas del baño (donde se producen los cambios y la intimidad se vuelve algo terrorífico) y la misteriosa habitación donde Elizabeth recoge las susbtancias. El pasadizo alfombrado de rojo en los estudios de TV es un camino de transición entre el set de grabación y los camerinos; función análoga cumple el corredor de paredes oscuras en la casa de Elizabeth, entre el baño y la gran sala con vista a Hollywood. Estos caminos o pasajes que llevan de un espacio a otro, son transitados por Sue y Elizabeth, cada vez con mayor dificultad.
El humor se inclina más hacia el caricaturesco, desenfrenado y todopoderoso productor Harvey, aunque también hay otros personajes un tanto burlescos como el ansioso vecino descubierto por Sue a través del ojo de la puerta en un espacio deformado; o el fan incondicional que Elizabeth encuentra un día en la calle y decide llamarlo por teléfono (el fan dirá casi premonitoriamente: ¡I’m in shock!). Pero ella se siente insegura e incapaz de volver a verlo después de maquillarse frente al espejo del baño y ver el rostro más joven de Sue. Esta superficie de vidrio se convierte, a lo largo del film, en un símbolo que refleja la duplicidad y el envejecimiento acelerado. Durante el 'nacimiento' de Sue se utilizaron dos sets a cada lado del espejo para representar su punto de vista.
La belleza en cuerpo y alma
Los cuerpos en The substance se convierten en símbolo de violencia y miedo. La sociedad nos somete a una tortura por alcanzar el cuerpo perfecto, lo cual genera a su vez un miedo al cambio, al paso del tiempo y a la desaparición. No somos autómatas sino seres humanos. En una entrevista con Kenzie Vanunu, la directora Coralie Fargeat explica:
“La sociedad le pide a nuestro cuerpo que no cambie, que permanezca igual, permanecer perfecto, sexy. Es aterrador cuando tu cuerpo esta cambiando, porque todo el día escuchamos que no debería cambiar, que debería ser el mismo. Este es el único modo en que vas a ser apreciada o valorada”Para la directora francesa, este ideal de belleza permanece en la mente como un enemigo interior, y las estrellas en el paseo de la fama de Hollywood son un símbolo de este standard de belleza a través del cual una estrella de la TV o el cine puede ser percibida o valorada. En The substance, este modelo de belleza es puesto en primer plano por las cámaras del programa de TV, con los movimientos de Sue al ritmo de una música hiper-sexualizada.
“You are the one”, repite siempre la voz que representa a la misteriosa empresa de la substancia al otro lado del teléfono. Elizabeth y Sue estan vinculadas como una sola persona pero en esta historia de duplicidad, Sue no puede mantener el “balance”. Mientras el cuerpo clonado se revitaliza cada día en un total desenfreno, la matriz sufre un progresivo y acelerado envejecimiento. Ambas protagonistas llegan a una degradación extrema. Los cuerpos deformados, irreconocibles son al final una encarnación de las almas femeninas agonizantes. Estas deformaciones se habrían inspirado en The elephant man de Lynch.
Se han hecho referencias al horror corporal de Cronenberg (Dead ringers, The fly), al Overloook hotel de Kubrick (The shining), al humor negro y surrealista en Death becomes her, o la sangrienta venganza en Carrie. Incluso alguien recordó las inexplicables transformaciones en The thing de Carpenter y los experimentos en "Re-Animator" por el color fosforescente de la substancia. Pocos han recordado Seconds de John Frankenheimer, más cercana al horror psicológico y la distorsión visual. En este film, el director de The Manchurian candidate y The train muestra cómo un aburrido empleado bancario acepta cambiar su vida sometiéndose a una cirugía que le proporcionará un nuevo rostro y un cuerpo rejuvenecido (el de Rock Hudson) así como una nueva identidad. Tratándose de historias fantásticas, podemos asumir que una cirugía o substancia es capaz de crear otro ser más joven. Tanto en Seconds como en The substance, la nueva vida se vuelve inmanejable por las implicancias psicológicas.
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