Intervención divina



   "Divine Intervention" (Yadon ilaheyya, 2002) es una crónica de amor y de dolor, simple y compleja en su narrativa, con varias historias situadas en Jerusalem. Un autorretrato contemplativo, inexpresivo, casi silente, que podría recordar a Jacques Tati, Buster Keaton, Bresson o Kiarostami. 

   Personajes anónimos realizan cosas inexplicables, absurdas, como perseguir a un hombre con el traje de Papá Noel, arrojar bolsas de basura al jardín vecino, esperar en un paradero donde no pasan buses, o destruir un pedazo de pista, como si esas actitudes pudieran explicar un comportamiento más general e incluso histórico.   

   La inmovilidad de la cámara y los pocos diálogos obligan al espectador a interpretar las situaciones de manera más directa. Por ello, la música adquiere otra dimensión. El director palestino Elia Suleiman dice que “una razón del silencio es porque la imagen no tiene límites en cuanto a su capacidad de decir y de crear cuadros visuales para multiplicar la posibilidad de lecturas”.

   El mismo Suleiman es un personaje casi anónimo que visita a su padre enfermo en un hospital, y ambos permanecen en silencio. Luego estaciona su auto cerca a un puesto de vigilancia entre Ramallah y Jerusalem, y coge la mano de una mujer, acariciándola, como si hicieran el amor. Todo es sugerido, figurado, como el globo con el rostro de Arafat volando sobre la ciudad o el estallido de un tanque de guerra. Imágenes simples que muestran la “estetización” de una realidad conflictiva.

  “Es una película de resistencia, no de paz”, dice Suleiman. “Lo es en su creación de un espacio poético, en la invención de imágenes sensuales, en su manera de ironizar sobre las estructuras de poder, en su modo de provocar un deseo”.


[Festival de Cannes]



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Erase una vez en un mítico oeste

The assassin

Silence

Recuerdos de Lisboa