Megalopolis
El último megafilm de Francis Ford Coppola ha recibido muchos comentarios tras su presentación en la sección principal del 77° Festival de Cannes junto con Anora de Sean Baker, Emilia Pérez de Jacques Audiard, Grand tour de Miguel Gomes y The Shrouds de David Cronenberg.
Como si se tratase de un alter ego del director —por su poder para detener el tiempo— el visionario arquitecto Cesar Catilina (Adam Driver) presenta a los medios un proyecto de ciudad ideal que el pueblo pueda soñar y cambie su modo de vivir, gracias a un nuevo material de construcción. El alcalde Franklyn Cicero (Giancarlo Esposito) y el empresario Nush Berman (Dustin Hoffman), en cambio, tienen una visión más pragmática para las necesidades de Nueva Roma: una ciudad retro futurista que vive entre las costumbres del pasado (los vestidos, un gran coliseo) y la transmedialidad moderna.
La relación de Catilina y la hija del alcalde representa una improbable alianza entre estas dos visiones para el futuro de la ciudad. Un leal asistente y chofer reflexiona frente a la cámara como una omnisciente consciencia. Pero las conspiraciones políticas frustran los sueños utópicos del film. Driver es encarcelado por un crimen divulgado en los medios y además sufre un atentado. Por si fuera poco su ex pareja, la reportera Auntie Wow congela sus cuentas en un banco propiedad de Hamilton Crassus III (Jon Voight) quien, paradójicamente, personifica una probidad tan venida a menos en esta Nueva Roma.
Para los historiadores, Catilina fue un político que conspiró y se enfrentó al ejército del cónsul Cicero en la antigua Roma antes de volverse un imperio. Precisamente el cónsul lo acusó en el senado de haber asesinado a su esposa. Coppola se pregunta: ¿qué hubiera sucedido si Catilina tomaba el poder de la República romana? En la Nueva Roma de Megalopolis, Cicero representa al conservador establishment o status quo opuesto a las ideas transformativas del arquitecto Catilina que busca mejorar la vida en la sociedad, aunque su propia vida sufra tantos infortunios. Coppola, a pesar de todo, es optimista:
"Hace cientos de años decían que el hombre nunca volaría. Ahora estamos dando vueltas. ¿Por qué nadie se atreve a decir lo grandioso que somos? No hay ningún problema al que nos enfrentemos que no seamos lo suficientemente ingeniosos para resolverlo".
Hipercine
Una de las principales críticas hechas a Megalopolis (2024) tiene que ver con la desmesura y ostentación estética como reflejo del desenfreno y los excesos; una hiperactividad que interfiere con las líneas narrativas un tanto vacías y extraviadas. Si alguien espera encontrar algo semejante al viaje del capitán Willard y sus soldados por un rio de Vietnam (Apocalipsis now), el horror gótico y la pasión de un vampiro europeo (Drácula) o la trilogía criminal de la familia Corleone, quedará desilusionado. Las comparaciones se han inclinado más bien hacia la biografía de un emprendedor automotriz y sus problemas financieros en Tucker: The man and his dream (1988) y hacia la innovación visual del drama romántico musical One from the heart.
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